"Creo que es uno de los pocos casos en que la pelicula iguala al libro, en descripcion de personajes y la atmosfera (como bien decia Alba) de cuento de hadas que es el mundo de la infancia para los niños, torcido primero por la muerte del padre y luego por esa invasion maligna que resulta ser el extranjero (en este caso el falso predicador, interpretado magnificamente por Mitchum). "
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Son los duros años de la Depresión y
Ben Harper, un padre de familia que un día se hartó de tanta miseria y
asaltó un banco, espera en la cárcel a que lo ejecuten. Habría obtenido
una pena menor si hubiera dicho dónde escondió el dinero, pero se ha
negado obstinadamente a confesarlo. Comparte celda con Harry Powell,
conocido como el Predicador, un enigmático personaje que lleva tatuadas
las palabras «amor» en los dedos de una mano y «odio» en la otra, y está
detenido por un delito menor. Ben está casado con Willa y tiene dos
hijos, John y Pearl. Los niños estaban con él cuando le detuvieron y
saben dónde está el dinero del robo, pero han jurado no decirlo a nadie.
Ben morirá en la horca y el Predicador, una vez cumplida su condena,
llegará un día al pueblo donde malviven Willa y los pequeños John y
Pearl... En 1955, Charles Laughton, un actor británico de inmenso
talento, realizó la que sería su única película como director, La noche
del cazador. Ominosa y hermosísima, la película es el resultado del
afortunado encuentro de un grupo de talentos que coincidieron en una
obra de arte mítica que ha fascinado desde entonces a generaciones de
aficionados al cine. Robert Mitchum, en el cenit de sus dotes
interpretativas, encarnaba al Predicador, y las magníficas Shelley
Winter y Lilian Gish le daban la réplica. Pero en el origen de aquella
película de culto estaba la espléndida novela de Davis Grubb, publicada
en 1953. Notable combinación de realismo casi expresionista y fábula
gótica, debe su encanto aterrador tanto a su atmósfera enrarecida y
onírica como a su perverso suspense, propio de la mejor novela negra
americana de la época...