"Desde los griegos, el objeto del artista es la realidad, pero no la que tenemos ante los ojos, sino la ideal". Los personajes, además, debían ser tratados según su condición social. A un personaje alto correspondía un estilo trágico. A uno bajo, uno cómico. Los pobres sólo podían protagonizar las comedias. "Contra eso llegan La Celestina, con personajes bajos que viven pasiones trágicas, el Lazarillo, que se burla de todo lo que no sea el pequeño mundo del protagonista, y El Quijote, que enfrenta la historia y la poesía". Para Rico, una frase de Victor Hugo resume el estado de la cuestión hasta entonces: "¿Cuándo se ha visto a un rey que pregunte 'qué hora es'?". Y añade: "Una palabra como jarro era impronunciable en un ambiente elevado. Y El Quijote está lleno de jarros".
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