viernes, 18 de enero de 2008

Breve resumen de algunos cuentos

Como cuesta retener en la memoria 28 cuentos, añado unos breves resúmenes argumentales, que nos sirvan de cañamazo para la conversación. Pero tampoco es un problema no recordar bien los cuentos; podemos hablar de los que nos hayan dejado más huella a cada uno, no es preciso tratar sobre todos.

1. Ruleta rusa (pp. 11-24, TC)
Albert y Ramon, dos compañeros de trabajo, suelen inventar historias disparatadas con las que entretener las horas más aburridas. Pero cuando se menciona el adulterio de Elena, el propio Albert empieza a sospechar que no todo es inventado y da pie a toda una serie de malentendidos.

2. La conciencia, visitadora social (pp. 25-29, CVO)
La conciencia del asesino Depa Carel·li intenta convencerlo, en vano, de que no cumpla su misión.

3. La rebelión de la azotea (pp. 30-41, CVO)
En un edificio de vecinos, los que habitan la azotea se rebelan y acaban entrando en guerra con los de los pisos inferiores. Unos controlan el agua y otros la comida. El cuento entero es una parodia de los relatos de luchas épicas.

4. El principio de la sabiduría (pp. 42-60, CVO)
En el jardín de un millonario aparece una mano cortada. El dueño de la casa pone un anuncio poco detallado y acuden personas distintas a recobrar de todo: el tornillito de vanadio del gramófono, la honestidad de una muchacha, el honor de un ladrón, la memoria de un fontanero... Un quiromántico resuelve el enigma y lo invita a visitar al sabio filósofo Feliu de l'Espatlleta, que así quería demostrar que un sabio puede prescindir de cosas que a los demás preocuparían horrores.

5. Lo imprevisto en la casa número 10 (61-67, PA)
En la casa número 10 se ha instalado lo imprevisto, y van ocurriendo desgracias, una detrás de otra, hasta que el edificio se viene abajo. Es el cuento más antiguo de la antología, y quizá el más lineal, el menos sorprendente.

6. Cosas de la Providencia (pp. 68-78, CVO)
Al volver a casa, el protagonista se encuentra que en su casa viven otras personas, que solo le dejan entrar convencidos de que es una estrategia para ligar con la hija. El nuevo señor de la casa, Ernest de la Ferreria, cuenta que a él le pasó algo parecido: obedeciendo a un impulso, compró una barra de hielo y la fue a llevar a una dirección que lo obsesionaba.

7. El árbol doméstico (pp. 79-80, CVO)
Cuento brevísimo, en el que se narra que al protagonista le creció un árbol en mitad de la casa. Se disponía a dar parte, pero la policía lo convenció de que era mejor callar. Aunque estuvo a punto de aceptar un soborno a cambio del silencio, cuando supo que era cuestión nacional aceptó callar por mero patriotismo.

8. Hecho de armas (pp. 81-82, CVO)
Haciendo la guerra, el protagonista se encuentra, aislado del combate principal, con un enemigo. Echan a suertes quién de los dos pierde y, así, el protagonista puede llevarse al otro prisionero, y aun aspirar a quedarse con su bicicleta.

9. La Hedera Helix (pp. 83-85, CVO)
Quizá sea este uno de los cuentos más famosos de Calders. Para complacer a una amiga, el protagonista compra una hiedra de crecimiento extrarrápido (tal que no se venden sin antes aceptar la responsabilidad por escrito). La hiedra lo devora y lo deja plantado en el suelo. Cuando llega la amiga, sonríe y le pide que baje del árbol, que ya no tiene edad para esas cosas.

10. Noche de paz (pp. 86-91, CVO)
Una familia recibe la visita de un Papá Noel inesperado, porque "en esta casa celebramos los Reyes". Hay discusión, nervios, chantaje emocional y una breve conciliación frustrada. Todo el cuento rezuma humor. Al final, cuando el niño pide a gritos la escopeta que le iba a regalar Papá Noel, "Isabel le pegó y reanudamos después la placidez navideña".

11. El sistema Robert Hein (pp. 92-100, GAV)
Robert Hein había publicado un sistema para hacerse rico que le funciona de perlas al compañero de piso del protagonista. Este pasa del sentimiento de superioridad y la burla a buscar de forma desesperada ese volumen. Pero no hay modo. Al final, por lo menos, da con el Método para encontrar la felicidad en la pobreza y acaba celebrando felizmente el advenimiento de su primer piojo.

12. Mañana, a las tres de la madrugada (pp. 101-111, GAV)
Contra los deseos de su familia (como la mujer, Trinitat, y su primo, el narrador), el visionario Octavi organiza un viaje tripulado a la Luna. "En los momentos eufóricos, cuando logro apartar los pensamientos lúgubres, creo que Octavi puede haber triunfado ... Y eso, dígase lo que se quiera, es historia".

13. Las paredes y las barbas (pp. 112-124, GAV)
Un cuento magistral de Calders, dirigido con gran pericia.
El narrador se deja convencer por un desconocido, el señor Alfeu, de que el futuro pasa por la exploración arqueológica de casa de los vecinos. En realidad, es un robo calculado, que deja al narrador comprometido y detenido, en el curso de un interrogatorio. "Las demás cosas se las llevó el señor Alfeu como recuerdo. Y la caja de música, que al principio me hizo mucha ilusión, si se pone usted así no me interesa. ¡Ya se la regalo!"

14. La "Nemours 88" (pp. 125-137, TC)
En la compañía de seguros en la que trabaja el narrador acaban de instalar la computadora "Nemours 88". El narrador pide un aumento de sueldo y la máquina calcula que en realidad cobra de más; cuando, por culpa de una bravata que al final le obliga, el empleado hace pasar la misma prueba al director, este lo deja que se engañe hasta ofrecerle horas extras a menor precio que el año anterior. "Elisenda me aterrorizaba: cada vez que probaba el gusto metálico de las horas extras, se me acababa la ilusión de las dulces y queridas horas ordinarias".

15. El día del juicio (pp. 138-149, TC)
Relato casi esperpéntico, en el que el acusado pide clemencia y el juez y el fiscal acaban acusados de asesinato, por haber matado al defensor, en el momento del último deseo del preso: morir estrangulado.

16. El testamento de "La hiena" (pp- 150-153, IS)
Un asesino a sueldo cae en la trampa del funcionario al que debía asesinar -"cuando se quiere matar a alguien, conviene conocer su carácter y sus recursos antes de liarse. ¡Ojalá yo lo hubiera tenido en cuenta!" y, en la cárcel, medita pasar su alias "a quien pueda hacer buen uso de él ... fuera aún puede servir".

17. Cero a Malthus (pp. 154-174, IS)
Relato situado en un futuro imaginario, en el que se ha inventado la píldora de la vida perpetua, pero nada que evite el envejecimiento, y, salvo alguna excepción, todos los ciudadanos reciben una eutanasia al cumplir los 75. Pero el tío Valentí no está conforme y lucha hasta el final. Pero, como dice Montse, hay una pregunta sin resolver: "¿Qué hacen con los cuerpos?". El cuento termina con la broma de si hacen mojama con ellos.

18. La rebelión de los objetos (pp. 175-179, IS)
Progresivamente, todos los objetos del mundo se rebelan. Los seres humanos, en ese caso, "se dedicaron de lleno a propagarse sin mayores escrúpulos, de una manera silvestre y despreocupada. Y, a fin de cuentas, descubrieron que sin necesidad de tanta maquinaria, eso también les distraía y divertía a más no poder". La crónica escrita de la historia termina con la rebeldía de la última máquina de escribir.

19. El mejor amigo (pp. 180-186, IS)
Atestado del encuentro de un buscador de setas y un alienígena malcarado. Hay un hecho que se considera crucial para tomarse tantas molestias: "Ahora sé que los perros los asustan. ¡Estoy convencido de que esto es la causa de que no bajen con más frecuencia!".

20. Reportaje del esbozo de la muerte (pp. 187-198, GAV)
Cansado de su vida cotidiana, Tomàs Duc se convierte, sin aviso previo y sin marcha atrás, en Zigonni Balcatrena. La mujer, Anna, no lo acepta y la convivencia acaba convertida "en una guerra".

21. Reportaje del monumento de Sonilles (pp. 199-209, GAV)
Por una avería del camión que cubría la ruta con otro pueblo, el narrador acaba en Sonilles, un pueblo bonito y, sobre todo, con una estatua habitada. Los diálogos juegan con el absurdo y sirven para no contar nunca al lector el porqué de ese comportamiento. Incluso el razonable inventor de Seroles afirma que lo esencial es que el monumento es "una auténtica obra de arte". "A partir de entonces -dice el narrador- he cultivado un espíritu analítico que me evita equivocarme con mucha mayor frecuencia".

22. Nosotros dos (pp. 210-218, IS)
Relación tensa de un hombre consigo mismo: "Quisiera escapar de una manera clara, una evaporación, sin necesidad de moverme demasiado, pero efectiva". La realidad es más compleja de lo que puede parecer a ojos de los demás: "Hay veces que los conocidos me preguntan si no me aburro, refiriéndose a la vida solitaria que llevo. No saben ni sospechan nada. Porque de domingos como este que estoy pasando, cargados de aventuras y de misterio, mi vida está llena".

23. El desierto (pp. 219-224, CVO)
Espol aparece "con la mano derecha vendada, mostrando el puño cerrado debajo de la gasa". Ha atrapado la vida en un momento en el que, por un infarto, le huía ya por la boca. Lo explica a los amigos y familiares, y siente deseos distintos, de conservarla o soltarla, hasta que, distraído, devuelve el saludo a una trapecista rubia. "Un copo de color ámbar se escapa y él, sobresaltado, intenta cogerlo, pero no lo consigue. Se desmorona poco a poco, con la angustia inefable de haber dejado abierta la llave del gas".

24. La llave de hierro (pp. 225-237, CVO)
Detrás de los enigmas no siempre hay lo que parece. El Diario de Elena C. promete ser muy emocionante, pero es una farsa, que responde a un acuerdo de divorcio entre un timador y la que se ha casado con él exclusivamente por el enigma. Sin embargo, cuando todo queda establecido así, se cuenta que "al acercarse [al armario], [el marido] pisó un charco de sangre. Por la rendija inferior del batiente de la puerta, caían lentamente las gotas y la mancha en el suelo crecía. Pero él no lo descubrió ... se afirmó en la intención de frecuentar el club con la asiduidad de antes. Pero estaba escrito que no lo visitaría nuna más". El cuento termina, justamente, con un enigma del que no se nos dan las claves.

25. La espiral (pp. 238-252, TC)
"Un laborioso y paciente proceso de síntesis llevó a la civilización occidental al máximo esplendor: apretando un botón, se podía destruir completamente la Tierra". Pero ¿quién controlará el botón? A su pesar, se nombra al doctor Robins, el científico responsable del invento. Para que él no pierda el control, se nombra a un coronel que lo vigile. Y luego a un diputado que vigile al coronel. Y así, en espiral, crece un segundo planeta de vigilantes y controladores: "todo el mundo estaba vigilante". La gente pasa incluso a vigilarse a sí misma, con una "espiral interior": "cada individuo tenía en el centro de su línea curva indefinida un botón colorado, simbólico, pero con una oculta fuerza suicida". Sin embargo, nadie era feliz, aun cuando "nunca como entonces había habido tantos motivos para hacer el panegírico del progreso". "Uno tras otro ... todos los vigilantes tuvieron la idea de defenderse de las personas que, a su vez les vigilaban". Como la estrategia más común es la trillada de esconder un arma en un pan o un pastel, "la harina llegó a escasear". Cuando el doctor Robins se siente próximo a morir, dispara su arma. Como en cadena, todo el mundo dispara contra su vigilante y "sucesivamente, toda la espiral ardió como una pajuela". Virtuosa y admirable manera de desaparecer, que contrasta con el pataleo y vociferio de otras civilizaciones de nuestro universo.
Es un cuento próximo a 1984 y la idea del Gran Hermano, el ojo que todo lo vigila, aparte de jugar con la tensión característica de la Guerra Fría.

26. El batallón perdido (pp. 253-263, GAV)
Un grupo de personas, del que al principio se nos dice poco, está contando historias bélicas. Un narrador toma la palabra y describe su estancia en el "campo de clasificación", en el que, aunque no se acaba de saber con seguridad, parece que se distingue entre los diversos perdedores de las guerras.

27. La Virgen de las Vias (pp. 264-287, GAV)

28. Cuentos breves (pp. 288-292, IS)
Cuentos de muy pocas líneas, como los que hicieron famoso al escritor guatemalteco Augusto Monterroso.

Clave:
PA: Primer arlequín, 1936
CVO: Crónicas de la verdad oculta, publ. 1955
GAV: Gente del alto valle, publ. 1957
TC: Todos los cuentos, publ. 1973
IS: Invasión sutil, publ. 1978

martes, 15 de enero de 2008

Algunos "cuentos breves", de Pere Calders

Tomados del libro que estamos leyendo ahora, Ruleta rusa y otros cuentos, en Anagrama, trad. Joaquín Jordá (hay reedición de bolsillo en 2008).



NOTA BIOGRÁFICA

Me llamo Pere y dos apellidos más. Nací anteayer y ya estamos en pasado mañana. Ahora solo pienso en cómo pasaré el fin de semana.


CUESTIONES DE TRÁMITE

Le dijeron al reo que tenía el derecho de una última voluntad, pero él contestó que pasaba, porque no se pondrían de acuerdo.


PASOS CONTADOS

Desde la curva, pregunté dónde comenzaba aquel camino y unos cazadores me explicaron que exactamente allí donde se recortaba la silueta del sauce encima del horizonte. Caminé hasta desollarme los pies y, al llegar al sauce, un hombre clavado en el suelo me dijo que aquello no era ningún comienzo, sino uno de los finales. Al descubrir mi mirada de estupor —y quién sabe si de espanto—, el hombre clavado en el suelo me recomendó que no hiciera aspavientos y que me buscara un agujero protegido y a mi medida antes de que se pusiera el sol. "Luego —añadió— todo son prisas."


OBCECACIÓN

Entre ir al cielo o quedarse en casa, prefirió lo último, pese al poder de la propaganda contraria, y del hecho de que en su casa había goteras y muchas y muy variadas privaciones.


EL EXPRESO

Nadie quería decirle a qué hora pasaría el tren. Le veían tan cargados de maletas, que les daba pena explicarle que allí no había habido nunca ni vías ni estación.


NUNCA SE SABE

De las cuatro ruedas del coche, había una que giraba al revés. Pero era la buena, porque intentaba alejarnos de una curva que nos destrozó a todos.


VENIMOS DEL POLVO

Excavaron enfrente de su casa. No querían decirle si hacían una piscina o la base de una glorieta. "Se trata de una sorpresa", respondían a cada una de sus preguntas. Y lo fue, porque cuando completaron las medidas le dieron aquello que se llama cristiana sepultura.


EL ESPEJO DEL ALMA

No nos habíamos visto nunca, en ningún sitio, en ninguna ocasión, pero se parecía tanto a un vecino mío que me saludó cordialmente: él también se había confundido.
.

Pere Calders: Ruleta rusa y otros cuentos

Pere Calders (Barcelona, 1912-1994) ha sido uno de los escritores más destacados de la literatura española del siglo XX, con especialización en un género considerado con frecuencia el más difícil de todos: el cuento. Vamos a leer una antología que preparó él mismo para la editorial Anagrama: Ruleta rusa y otros cuentos. Incluye textos de todas sus etapas, en traducción de Joaquín Jordá.

Calders
vivió la difícil época de la posguerra, sobre todo, en el exilio de México. Entre ese factor y el hecho de escribir en catalán, el reconocimiento le llegó muy tarde: no fue hasta 1978, con la representación de Antaviana, del grupo de teatro Dagoll Dagom, con música de Jaume Sisa, y la publicación de su libro más famoso: Invasió subtil i altres contes (Invasión sutil y otros cuentos).

Literariamente, Calders se caracteriza por el uso del humor y el absurdo, y por introducir la magia y lo increíble en la realidad cotidiana. Principalmente, se lo ha integrado dentro del llamado "realismo mágico", aunque en su caso, la influencia no procede del boom latinoamericano de García Márquez y compañía, puesto que su educación literaria, y en buena parte su obra, es anterior. Quim Monzó
—probablemente, el heredero más directo de Calders, en algunos aspectos, y el mejor cuentista catalán vivo— ha escrito, a este respecto: "Leí a Calders después de haberme hinchado de leer a autores sudamericanos y norteamericanos, cuando pensaba que aquí no se hacía nada parecido, porque los escritores seguían la norma de la época: un realismo estricto y casi obligatorio. Me habría gustado descubrirlos [a Calders y a Francesc Trabal] cuando era más joven, cuando era una persona tierna, en período de formación."

Un ejemplo breve y muy claro es "La Hedera Helix", cuento en el que el narrador, al adquirir una hiedra que "la ley impide vender ... sin que el cliente acepte la plena responsabilidad de la compra", termina casi devorado por la trepadora. El final marca muy clara la mezcla de humor y absurdo:

[Mi amiga] vio la inusitada capa de verde y me identificó por la corbata (que sobresalía de la planta). Se me acercó, me amenazó amorosamente con una mano y, valiéndose de aquella voz dulce que tanto me enamoraba, dijo:
¡Baja del árbol, grandullón! ¿No ves que ya no tienes edad para estas cosas?

Calders es heredero de las vanguardias, aunque formalmente, no sea un autor rupturista. En la literatura castellana, sería próximo al humor de preguerra, como el de un Ramón Gómez de la Serna o un Enrique Jardiel Poncela. Utiliza mucho la ironía, que en literatura se define como el recurso de decir lo contrario que se quiere dar a entender. Por eso, en el principio del "Reportaje del monumento de Sonilles", afirma:

Me produce cierto malestar presentarme insistentemente como protagonista de historias inverosímiles. Pese a lo cual confío en conferir a mis confesiones un tono de sinceridad tan grande que la gente se vea obligada a creerme razonablemente verídico.

Técnicamente, Calders destaca por el uso del lenguaje y del punto de vista. ¿Desde dónde se ven las cosas? En sus cuentos hay muchos juegos de perspectiva. Según ha escrito Jaume Aulet: "Entre el lenguaje y el tratamiento del punto de vista narrativo [se nos dan] las pautas para que, una vez se han aceptado las premisas de esta nueva realidad
—y el lector, por tanto, ha entrado en el juego— se logra una verosimilitud interna que, como es lógico, es solo ficticia".

Adolfo Torrecilla ha escrito para Aceprensa una reseña de la reedición de este libro. Vale la pena entresacar unos párrafos:

"En estos relatos, Calders pone en práctica un sentido del humor que sorprende a los lectores por estar asentado en la realidad más inmediata. Como si tal cosa, sin transición, introduce el elemento insólito, que transforma la realidad de manera disparatada. Poco a poco, lo inmediato empieza a distorsionarse y Calders da forma a otra realidad, donde todo es posible. ... En este libro hay numerosos relatos en los que se aprecia cómo Calders disfruta desarmando los mecanismos convencionales, las situaciones tópicas, las lógicas apariencias. Y lleva a cabo su propósito de desmontar la realidad no con personajes excepcionales sino con seres mediocres, rutinarios, indecisos, que aceptan, resignadamente, la irrupción del elemento incomprensible e ilógico. El resultado, sin ponerse trascendente, es el enfrentamiento del hombre con el absurdo.
Para conseguir con acierto esta integración de lo cotidiano y lo fantástico lo suyo es un peculiar realismo mágico sin la irrupción de lo maravilloso se necesita un estilo sereno, razonado, funcional. Y todo ello, con un sentido del humor tierno, irónico y muy poco habitual."

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